jueves, 15 de noviembre de 2007

Naturaleza de las guerras actuales


El componente económico que caracteriza a muchos de los conflictos bélicos actuales muestra la corresponsabilidad externa con dichas guerras civiles de carácter depredatorio que se están librando en distintas partes del mundo.Es el caso del narcotráfico, que alimenta las luchas entre la guerrilla, los paramilitares y el gobierno en Colombia, o de los valiosos recursos minerales en los pequeños países africanos, como Sierra Leona o Liberia, con su población diezmada por constantes campañas de aniquilamiento.Hay una relación verificable, en efecto, entre la extrema miseria y el estallido de conflictos armados en países con historias de conquista, dominación colonial y luchas inconclusas desde su independencia. Pero estas guerras de la pobreza se ven atizadas por la existencia en sus territorios de recursos naturales y riquezas potenciales que se presentan como un preciado botín para guerrillas, ejércitos irregulares o mercenarios, en conexidad con poderosos intereses económicos externos.Se trata de otra de las consecuencias de la desestatización de los conflictos bélicos. La pérdida de poder territorial por parte de los gobiernos estatales generó una diseminación interna de conflictos y hostilidades en países con sociedades fuertemente divididas o escasamente integradas.Esta mayor conflictividad produjo un mercado proveedor y demandante para el tráfico de armas, la comercialización de drogas o la explotación ilimitada de recursos naturales. Así lo revelan informes recientes, entre ellos uno divulgado por el Banco Mundial, preocupado por las terribles consecuencias de esta compleja violencia organizada.El documento calcula en cuatro millones las personas que murieron en conflictos internos desde 1989 y 37 millones, las que fueron desplazadas, la mitad de las cuales pertenece o perteneció a Africa.Otros factores, como las masivas migraciones producidas por el hambre o por la misma violencia endémica, alimentan esta clase de conflictos, en una espiral difícil de desarticular. También en situaciones igualmente extremas, como la de Colombia, la ausencia de contención social básica para los grupos más vulnerables arroja a niños y jóvenes a los campos de batalla.Frente a este cuadro, son ahora los propios organismos financieros internacionales los que sugieren el incremento de la ayuda a programas de rescate social y reconstrucción estatal; tardía asunción de una realidad desatendida por largo tiempo, cuyas secuelas están a la vista.

lunes, 29 de octubre de 2007

Conflictos bélicos actuales

CONFLICTOS BÉLICOS ACTUALES
Colombia
Colombia ha vivido en estos 35 años un avance progresivo de la guerra interna, que creció desde la periferia hacia los centros del poder nacional. Durante la primera fase, los focos guerrilleros se hicieron fuertes en espacios de colonización con muy poca presencia del Estado, donde impusieron un orden local y establecieron impuestos de guerra a la agricultura de plantación y la ganadería, el petróleo, el narcotráfico y otras fuentes de riqueza. Luego extendieron su acción armada a regiones de campesinado medio cafetero y áreas de minifundio, y crearon milicias urbanas en barrios populares de las principales ciudades.
A medida que creció su capacidad de financiación, la guerrilla se hizo más autónoma con respecto del apoyo de las comunidades campesinas y también menos dependientes de las justificaciones ideológicas o políticas de su acción violenta. La generalización del secuestro fue la declaración de guerra genérica contra élites regionales y sectores pudientes, incluidos los narcotraficantes. La reacción de las víctimas fue su apoyo a la creación de grupos privados de autodefensa, cuya organización fue promovida por el Ejército, con autorización legal, en el sur del Magdalena Medio desde 1982, en cumplimiento de su propia agenda de no interrumpir un esfuerzo de guerra, que detuvo el presidente Betancur, al firmar una tregua con tres grupos guerrilleros para ambientar el proceso de paz.
La expansión de los dominios guerrilleros coincidió con la acumulación de los primeros capitales del narcotráfico desde mediados de los setenta, y ambos factores actuaron para crear un nuevo mercado de - tierra, con la oferta de fincas ganaderas por personas amenazadas o extorsionadas por la guerrilla y la demanda de bienes raíces por los narcotraficantes. En la guerra, este cambio de propietarios se tradujo en la financiación y dirección de grupos armados que hicieron frente a la guerrilla, a la vez que actuaron como protección de los intereses comerciales y territoriales del narcotráfico.
A medida que los primeros grupos de autodefensa controlaron territorios, lograron también su autonomía financiera con la venta de seguridad privada a propietarios y empresarios amenazados por la guerrilla, y luego con el cobro de contribuciones forzosas a toda clase de negocios, incluidos los del narcotráfico. En las regiones donde ocurre el conflicto por el predominio de guerrillas o autodefensas, las dos fuerzas imponen tributos y usan el terror para enviar señales al adversario sobre los costos de su presencia. La destrucción del tejido social ha dejado a su paso un desierto económico, ha desplazado dos millones de personas a las ciudades y ha expropiado la tierra en favor de quienes controlan la seguridad.
La situación creada por esta acumulación de factores de conflicto ha llevado a los gobiernos de los últimos períodos a ensayar estrategias de seguridad y de negociación de paz, en forma simultánea o sucesiva, y ha generado tensiones entre los líderes civiles y militares, que son síntoma de la existencia de distintas agendas para resolver la guerra. El fracaso repetido de los intentos por negociar la paz con las Farc y el Eln ha escalado el conflicto, con lo cual se hace cada vez más compleja la solución. El creciente interés de Estados Unidos, de países vecinos y de la Unión Europea en la situación humanitaria de Colombia, en momentos en los que se consolida el derecho de injerencia extranjera, para intervenir por la fuerza en defecto de Estados que hayan colapsado, tiene que obrar como un estímulo para que los colombianos sean capaces de forjar una paz estable. por la fuerza en defecto de Estados que hayan colapsado, tiene que obrar como un estímulo para que los colombianos sean capaces de forjar una paz estable.